Tanto el alcohol como la mayoría de los medicamentos entran en nuestro organismo por el sistema digestivo y acaban en el estómago.
Desde ahí, el cuerpo lo transporta al hígado, donde estas sustancias se metabolizan y se descomponen para entrar en el torrente sanguíneo.
Una vez en la sangre, se traslada a las diferentes áreas de nuestro cuerpo para generar su efecto. Efectos que son los esperados cuando ambos procesos se dan por separado y en las dosis recomendadas. Sin embargo, cuando estas sustancias se ingieren simultáneamente, pueden aparecer diversas reacciones adversas.
En primer lugar, la mezcla de alcohol con ciertos medicamentos podría afectar a la eficacia y a la seguridad de los fármacos, y también podría provocar náuseas, vómitos, desmayos, pérdida de coordinación, dolor de cabeza. Esta combinación también podría aumentar el riesgo de sufrir hemorragias internas, problemas del corazón y dificultades respiratorias.
Los efectos adversos que podamos experimentar al mezclar alcohol y medicamentos dependen de muchas cosas. En primer lugar, de la salud general de la persona que lo consume. Si se trata -por ejemplo- de una persona mayor, la velocidad a la que su hígado metaboliza las sustancias será sustancialmente mayor. Esto, sumado a que los adultos mayores tienden a consumir una mayor cantidad de medicamentos, los convierte en un grupo poblacional más vulnerables.
Otro factor que también puede agravar estos efectos adversos es la cantidad y la frecuencia del consumo de alcohol. Cuando la ingesta es crónica, el hígado metaboliza algunos medicamentos de una forma más rápida; por lo que será necesaria una dosis más grande para conseguir los mismos efectos. Por el contrario, con un consumo ocasional de alcohol se pueden ver potenciados tanto los efectos del medicamento como sus reacciones adversas.
Ahora bien, si hay un elemento que influye especialmente en la gravedad de las derivaciones negativas de la combinación con el alcohol, es eltipo concreto de medicamento que estemos consumiendo.
Hay que tener un especial cuidado con:
- Benzodiacepinas, antiepilépticos y -en general- medicamentos que depriman el sistema nervioso central, así como antihistamínicos recetados para alergias, resfriados o gripe.
- Antiinflamatorios: Estos medicamentos, entre los que incluimos el ibuprofeno, deben ser tratados con cuidado en el caso de consumidores crónicos de alcohol porque la combinación de ambos puede generar gastritis.
- Anticoagulantes: En el caso del consumo crónico de alcohol, los anticoagulantes disminuyen su efectividad. Y en el caso del consumo puntual, el efecto que puede producir es el contrario, es decir, el aumento del efecto anticoagulante y -en consecuencia- el aumento del riesgo de hemorragia.
- Antibióticos: Los antibióticos y el alcohol pueden causar efectos secundarios como malestar estomacal, mareos y somnolencia.
Algunos de estos medicamentos, cuando se combinan con alcohol, puede provocar algunos efectos adversos de gravedad. Por eso es necesario consultar a un especialista, aunque si queremos estar seguros, lo mejor es -simplemente- evitar el consumo de alcohol.